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Cómo aprender mejor, según la ciencia

El aprender nuevas habilidades es probablemente de las mejores inversiones que puedes hacer con tu tiempo. Solo imagina lo genial que sería hablar varios idiomas, tocar algún instrumento o aprender alguna habilidad muy demandada en tu campo laboral.

Afortunadamente, el cerebro humano funciona como una esponja y puede absorber grandes cantidades de información sin mucho esfuerzo, incluso cuando eres un adulto. Pero, es también cierto que el aprendizaje es un proceso que requiere ciertos principios para que sea realmente efectivo.

¿Quieres aprender mejor y más rápido? ¿Tienes problemas con la retención de datos? ¿Deseas ser mejor estudiante? En este post te traemos algunos consejos científicamente comprobados que te ayudarán a aprender mejor.

[lista n=1] Tener una motivación genuina para aprender

Posiblemente uno de los mayores problemas del sistema educativo tradicional es convertir la idea de “aprender” como si fuera una obligación.

Si bien, el aprendizaje es fundamental para desarrollarnos como personas, la realidad es que difícilmente esto pueda ser una motivación de peso. Por lo tanto, muchos acaban abandonando los estudios porque no encuentran una razón real para hacerlo.

Así que, si deseas aprender cualquier cosa, es fundamental que tengas alguna motivación interna para hacerlo; y de preferencia algo que sea realista para ti.  Por ejemplo, si estás en clases de inglés u otro idioma, ponte como meta ir al extranjero al terminar el curso o en casos más sencillos, leer un libro completo o ver una película sin subtítulos. O si estás aprendiendo a programar, haz que tu objetivo sea crear un juego o una aplicación para tu teléfono móvil.

Esta tesis de la motivación la respaldan diferentes estudios pedagógicos importantes. Uno de los más conocidos es el que hizo el departamento de psicología de la Universidad de Stanford a varios grupos de educación básica durante la década de 1960. Los investigadores descubrieron que había mayor relación entre la motivación y las buenas notas, que con el coeficiente intelectual.

[lista n=2] Comprender las bases

El aprendizaje de habilidades y conceptos concretos, es más un proceso largo que una situación espontánea. En otras palabras: antes correr debes aprender a caminar.

En la mayoría de los casos, si deseas aprender algo nuevo, deberías de tener los conocimientos mínimos requeridos. Por ejemplo, si estás aprendiendo cálculo, deberías manejar primero el álgebra; y de la misma manera, para dominar el álgebra, deberías saber primero aritmética.

Un caso muy estudiado que demuestra este principio es el sistema educativo soviético. Durante décadas, la URSS tuvo en conjunto a los mejores estudiantes en ciencias (matemáticas, computación, física y química) a nivel mundial. Esto se debía en gran parte a que se repasaban las bases una y otra vez hasta que se tuvieran dominadas.

Por cierto, te puede interesar: ¿Cómo perderles el miedo a las matemáticas?

[lista n=3] Repetición espaciada

Una buena parte de lo que se estudia se termina olvidando y de eso no hay duda. Para demostrarlo: ¿Recuerdas cuáles eran las partes de la célula y su funcionamiento? Aunque seguramente este tema lo viste en biología en la secundaria, es casi seguro que lo hayas olvidado (a menos que actualmente seas un maestro de secundaria que de biología…).

Y sí, todos los días estamos bombardeados con tanta información que al final nuestro cerebro termina desechando. Por esa razón, muchas veces se dice que “a los 6 meses de terminar la universidad, ya olvidaste el 98% de lo que aprendiste”.

Uno de los métodos más utilizados para reforzar lo aprendido y que no se te olvide tan fácilmente es la repetición espaciada. ¿En qué consiste? Básicamente es una técnica de repaso periódico que tiene como objetivo guardar información de todo tipo en la memoria de largo plazo.

Hay muchos métodos distintos relacionados a este tema, pero en general, el funcionamiento de todos es muy parecido. El ejemplo más sencillo de repetición espaciada es el siguiente:

  1. Estudia, intenta memorizar una palabra o algún concepto nuevo
  2. Luego de 4 ó 5 días, vuélvelo a repasar.
  3. A la siguiente semana (7 días después que lo aprendieras), comprueba que todavía recuerdas bien el concepto. Si la respuesta es negativa, estúdialo de nuevo.
  4. Después de 15 días, vuelve a comprobar si todavía recuerdas. En caso contrario, repásalo.

La clave para tener éxito con este método es repasar de forma frecuente. Entre más se repita, es menos probable que se olvida.

[lista n=4] Estudiar por periodos cortos

Generalmente los días anteriores a los exámenes, los estudiantes llegan a estudiar largas jornadas seguidas sin parar. Si bien, nuestra lógica diría que es lo “correcto”, en realidad se ha demostrado que el esfuerzo y el desgaste están completamente relacionados. Por lo tanto, entre más tiempo pases estudiando sin detenerte, el aprendizaje será menos efectivo.

Para que tus momentos de estudio sean más efectivos y eficientes, intenta estudiar en bloques de tiempo de una hora como máximo. Luego de este periodo, toma un descanso de 10 minutos para relajar la mente y vuélvelo a repetir unas cuantas veces más.

[lista n=5] Creación de cuestionarios

Tradicionalmente los resúmenes y el subrayado son considerados como las formas más eficaces de agrupar la información para estudiar. Aunque son efectivos para asignaturas que necesiten la comprensión de conceptos generales, cuando tienes que aprender datos e ideas más concretas, son sumamente ineficiente ya que te acabas distrayendo por toda la información que no te aporta nada. Es de ahí la importancia de los cuestionarios.

Dicho esto, cuando estés aprendiendo sobre cualquier tema, intenta formular preguntas claves que tú creas que son importantes. Aunque no lo parezca, esta simple acción es incluso más efectiva que el buscar las respuestas.

Como bien lo menciona el método socrático: “La pregunta es el camino hacia la sabiduría”

[lista n=6] Enseñar para aprender

Una de las técnicas más conocidas para acelerar y mejorar el aprendizaje es el aprender enseñando.

Este método que fue estudiado a profundidad por el investigador francés Jean-Pol Martin en la década de los 80s, se enfoca en la premisa que el aprendizaje aumenta cuando uno le enseña a los demás lo que se ha aprendido (aprendizaje activo).

Las razones del éxito de este método se deben en parte a que la motivación del estudiante, el entendimiento de los conceptos y los esfuerzos del aprendizaje dejan de ser pasivos y se vuelven completamente activos. De la misma forma, por la simple acción de enseñar, muchas de las ideas abstractas pasan a ser concretas; algo que difícilmente se puede lograr usando la memorización o el análisis teórico.

Para poner a prueba este método, intenta crear un ensayo de lo que estás aprendiendo, explicándolo de tal forma que un niño de 10 años lo pudiera entender.

Otra forma muy popular en la actualidad de aprender enseñando, es subiendo videos tutoriales a plataformas como YouTube. Además de que le estás aportando contenido de valor a los usuarios, también estás aprendiendo.

[lista n=7] Aplicar lo aprendido

Una de las razones por las que olvidamos rápidamente lo que aprendemos es por no darle un uso real. Por ejemplo, tal vez en su día nos hicieron memorizar los elementos de la tabla periódica completa, pero al final olvidamos la mayoría ya que realmente nunca le dimos una utilidad.

Para que ese conocimiento no se quede como simples datos superfluos y sin importancia, es fundamental tomar un papel activo y darles uso. Entre las formas de lograr esto está crear algún proyecto utilizando los conceptos, o incluso puedes tratar de aprender con la intención de enseñarlo (como bien se mencionó en el punto anterior).

En general, la estrategia de darle un uso práctico al conocimiento funciona muy bien tanto para ciencias como las matemáticas y la física, así como en el aprendizaje de idiomas o de alguna habilidad manual. Aunque puedes utilizarlo sin problemas en cualquier cosa que estés aprendiendo.

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